Cabizbajo me escucha silencioso.
Poemas salen del esmalte dental.
Desde una mañana, desde un lunes, añeja su cordura.
Está solo o cree que lo está.
Pero hoy no edita en su mente el sonido, porque rebotan mis poemas en su ser anochecido salpicado con la gracia de la luna. Que lo mira y se deja mirar de cerca.
Me escucha, cabizbajo y silencioso.
Y me dice: "Flaca, no tengo cospeles."